Generación en movimiento.

30 de octubre de 2011

Noches de milonga

Por Federico Abella


¿Creías que el rock inauguró la incorporación de las letras drogonas a la música argentina? Mucho antes de Pablo Lescano, Los Cafres, La Bersuit, Flema, Calamaro e incluso Almendra, el tango amilongado de los albores del siglo XX ya cantaba sobre malevaje, drogas, derroches y noches de milonga. Letras de reviente con guitarras criollas y peinados a la gomina.

Tango y derroche. Foto: archivo.


     La relación entre las letras de la música popular y las drogas resulta evidente hoy en día. Basta con encender la radio y escuchar al "Indio" Solari confesando que rasca la alfombra por el amor de una manzana que no se vende en ninguna frutería. Y ni que hablar de Damas Gratis y demás personajes del conurbano químico que cantan sobre “pegarle a la bolsa todo el día”, como si fueran el boxitracio de Frulalá.


     Se podría pensar que los Almendra fueron los primeros con "Rutas Argentinas", cuando un joven Spinetta festejaba con tierna picardía, allá por el '69: “Chicas y muchachos nos esperan allá, llevamos buenas cosas…”. Pero la influencia de la cultura de las drogas en la música argentina no nace con el rock nacional.


     Más allá de todo chabonismo drogón o manifiesto legalizador, lo cierto es que no somos tan vivos como creíamos: en los años '20, ya nuestras bisabuelas tiraban firuletes al compás de tangos en los que "Carlitos" Gardel cantaba alegremente sobre la merca.

      “Las cosas que hay en la vida / y que uno tiene que ver: / El hijo de un farabutti, / el changador de la esquina, / dopado con cocaína, / pero si es para no creer. / Todavía anda tu viejo, / pantalón y blusa azules, / campanenando los baúles / allá por Constitución”. ("Micifuz", Enrique Pedro Maroni, 1927).


José Gobello, un ministro del lunfardo
     El octogenario investigador de tango y presidente de la Academia nacional del Lunfardo, José Gobello, lo explica de esta manera: “Así como el sainete –género teatral costumbrista de principios de 1900, que reflejaba el estilo de vida popular en Buenos Aires-, el tango siempre fue un reflejo sobre lo que le pasaba y lo que sentía el pueblo, sin hacer necesariamente un juicio de valor sobre eso”.


     Contrariamente, el antropólogo Pablo Cirio descree de la autenticidad de las letras tangueras de temática drogona: “No se puede considerar a la poesía tanguera ni de ningún tipo como un testimonio lineal radiográfico. Las letras de tango responden a un universo creado en la imaginación de su autor y no a una pauta social”. ¿La respuesta de Gobello?: “El tango siempre refleja la realidad, en esa época había mucha cocaína”.


     “Como esa música domina / con su cadencia que fascina / fui entonces a la cocaína / mi consuelo a buscar”. ("Maldito tango", Roldán y Pérez Freire, 1916).


     Previo a 1930 -en que comienza la época dorada del dos por cuatro-, eran moderadamente frecuentes las alusiones a los alcaloides. Sin embargo no era a sus cantores a quienes representaban esas líricas, sino que eran historias populares que los autores recogían de cabarets, empedrados y conventillos, y las resumían en sainetes, tangos y poemas lunfardos.


     Tal vez la poesía tanguera, junto a lasombría prosa "arltiana", sean las mejores crónicas del lado oscuro del Buenos Aires de principios de siglo, con sus vicios y frustraciones cotidianas.


    “Fijate que hay otro farmacéutico en el pueblo que es un tacaño viejo. El hijo le robó cinco mil pesos… Y después vino a pedirme un consejo. ¿Sabés qué le aconsejé yo? Que lo amenzara al padre con hacerlo meter preso por vender cocaína si lo denunciaba”. ("Los Siete Locos", Roberto Arlt, 1929)


                            Champagne y cocó


     “Te acordás hermano qué tiempos aquellos. / Eran otros hombres, más hombres los nuestros. / No se conocían cocó ni morfina. / Los muchachos de antes no usaban gomina. / Te acordás hermano qué tiempos aquellos. / Veinticinco abriles que no volverán, / Veinticinco abriles, volver a tenerlos, / Si cuando me acuerdo me pongo a llorar”. ("Tiempos Viejos", Manuel Romero, 1927)


     “Por esos años la cocaína no era legal, pero tampoco estaba perseguida. Su uso no se había difundido masivamente, no estaba democratizada. Era consumida en los ambientes de la clase muy alta y en la farándula, pero de ahí no salía. La usaban las mujeres de la vida, las prostitutas del cabaret, lugar de donde salió precisamente el tango. Una prueba de que la cocaína era algo que usaba la gente más refinada, es que le decían cocó, como un intento de afrancesar la droga, de darle glamour”, explica Gobello.


     Un tango representativo acerca del uso de la cocaína como rasgo de refinamiento social es "A media luz" (Carlos César Lenzi, 1925): “Juncal doce veinticuatro: / Telefoneá sin temor. / De tarde, té con masitas. / De noche, tango y champán. / Los domingos es danzante, / Los lunes, desolación. / Hay de todo en la casita: / Almohadones y divanes. / Como en botica –farmacia-, cocó, / Alfombras que no hacen ruido / Y mesa puesta al amor”.


     El conductor de Terapia tanguera -ciclo radiofónico dedicado al género-, Conrado de Lucía agrega que el uso del polvillo en realidad no respondía a un intento compulsivo de evadirse o autodestruirse, sino más bien a una práctica social casi obligada para ser un verdadero playboy de principios de siglo XX: “En las letras previas a 1930 se retrataba al niño rico, que andaba en su coupé por Palermo y salía con chicas, pero no era un cocainómano realmente, sino un bon vivant, un Isidoro Cañones”.


     “Y una noche de champán y de cocó, / al arrullo funeral de un bandoneón, / pobrecita se durmió, / lo mismo que Mimí, / lo mismo que Manón”. ("Griseta", Enrique Delfino, 1924).


     “La clase alta no era morfinómana o cocainómana, sino que las consumían socialmente en sus orgías. Los pocos adictos que había eran otra cosa, estaban todo el día dopados. Luego la coca se democratiza y empieza a circular en diferentes ámbitos y llega a la juventud. El consumo se prestaba mucho en fiestas en departamentos con algo de promiscuidad, pero en general no se podía afirmar: `Éste toma´, porque si lo hacían, era en forma recatada”, agrega el Presidente de la Academia nacional del Lunfardo.


     “Los paraísos del alcaloide / Por olvidarla yo paladeé / Y así en las calles como soñando / Como un andrajo me desperté. / En las grandezas que da el dinero / No pongas nunca tu vanidad, / Que mi fortuna fue como un sueño, / Y traicionera, la realidad”. ("Noches de Colón", Roberto Cayol, 1926).


     Dejando de lado al alcohol, básicamente las drogas que se mencionaban en aquellos primeros tangos eran la cocaína y la morfina –no así la marihuana-: “Hay otro tango famoso, "El taita del arrabal", que dice: `…bien dopado de morfina´. Es decir, que la morfina era otra droga muy frecuente, evidentemente. También hay otro tango que dice: `la morfina y la cocó hay en ese garsonier´. Garsonier era el departamento de soltero. En aquella época los tipos que tenían departamento de solteros eran súper bacanes”.


                                      Taita del arrabal


      “Pobre taita, cuántas noches, / Bien dopado de morfina, / Atorraba en una esquina / Campaneao por un botón. / Y el que antes causaba envidia / Ahora daba compasión”. ("El taita del arrabal", Manuel Romero y Luis Bayón Herrera, 1922).


     Según enseña este tango, también un muchacho común, de rioba -un taita-, podía enroscarse con el pincheto. “Entre 1910 y 1930 habían muchos drogadictos. En esa época la cocaína que más se vendía era la elaborada por los laboratorios Merck, de ahí viene el famoso apodo merca”, evoca Gobello.


     Tal como canta el "Morocho del Abasto" en "Micifuz" -el primer tango citado en esta nota- mucha gente de bajos recursos económicos usaba la droga como señal de ascenso social y refinamiento. Y si era mal visto por los demás, no era tanto por ser un duro empedernido sino por querer aparentar algo que no se es.


     Cabe destacar que en esta época el consumo de drogas no estaba demonizado socialmente –la guerra contra el narcotráfico, de Richard Nixon, no llegaría hasta algunas décadas más tarde-, de hecho se vendía libremente en farmacias, e intelectuales como Sigmund Freud fomentaban su uso –Freud escribió en 1884 Über coca, libro donde reunió sus experiencias con el estimulante-. En cuanto a la morfina –que era inyectable-, si bien su uso evidenciaba decadencia, el adicto no era considerado un criminal, sino como alguien con problemas.


                                        Locas de pris


     Uno de los personajes que más aparecían en tangos y sainetes era el de la prostituta, que era retratada tanto como un paraíso para cafiolos como para transas.


     “La coca te ha vuelto loca / tu amigo ya se piantó / pobre milonga francesa / la conocí en El Garrón”. ("Una noche en El Garrón", Luis Garros Pe).


     Esta canción cumple con la función de mostrar a la mujer como una gran consumidora, y refuerza la idea de lo francés -'El Garrón' era un cabaret-, como signo de lujo y buena vida, con sede en París, ciudad idealizada como la meca del placer y el reviente sensual y elegante, donde obviamente la cocaína y la morfina eran el último bramido de la psico-moda en los puticlubs más exclusivos.


     Tal vez, el ejemplo más cabal sobre la figura femenina en el mapa del vicio de principios de siglo XX es el de "Los dopados" (Juan Carlos Cobián, 1922) –luego reinventado como el famoso "Los mareados"-: “Pobre piba, entre dos copas, / tus amores han logrado, / triste hazaña de un dopado / que hoy, festeja el cabaret. / Ya no sufres, ya no sientes / el champán mato tu almita / y, en tu pecho no palpita / ni nostalgia ni tristeza / por lo que fue”.


     Otro caso: “Curdelas de grappa y locas de pris” ("Corrientes y Esmeralda", Celedonio Flores, 1933). Este ejemplo es notable porque a la cocaína se la menciona como pris, que deriva de prise, la acción de aspirar –en este caso cocaína-, en francés.


                             La desintoxicación


     “Evidentemente, el drogadicto era una figura popular, por eso se veía reflejado en el tango y el sainete. Eso ya se veía en "Cuplé" -canción popular madrileña de fines de 1800-, si uno busca letras viejas de "Cuplé" va a encontrar alusiones al consumo de la droga. Es decir, no era tabú”, analiza Gobello y agrega: “El tango cantado empieza por los años '14 o '15 con Pascual Contursi, antes se cantaban cuplés”.


     Hay que aclarar que la censura radiofónica comienza antes de la primera dictadura militar, en el '43. La censura comienza por los años '30, pero era más moral que literaria.


     El presidente de la Academia… lo explica así: “La idea era preservar a los niños de que cuando llegaran a la casa del colegio y pusieran la radio, no escucharan cosas inapropiadas para su edad”.


     Cuando asumen los militares en 1943 no cambian nada de las leyes de censura radiofónicas, porque los conservadores las habían aplicado con rigor. Así es como los censores alteraban fragmentos del Martín Fierro. En ese contexto, las letras que hablaban de cocaína o el tango "Las cuarenta" (Francisco Gorrindo, 1937), que habla `del pucho de la vida´ -en indiscutible referencia a la marihuana-, estuvo cinco años censurado.


     Sin embargo, el entrevistado advierte: “No fueron los milicos, la verdadera transformación poética del tango se da con Homero Manzi, en 1926, que fue el gran transformador del tango. Antes suyo los tangos hablaban de las minas, de la noche y del cabaret, después de él, se empezó a hablar de la muchacha de barrio que tiene su noviecito, cambia por completo hacia una mayor fineza poética. Lo renovó totalmente y así el tango penetró en forma masiva en los hogares, dejó de ser una música marginal”.


                 Yo sé que estoy piantao


     OK, las letras repasadas no reflejan el estilo de vida de sus autores o intérpretes, sino el sentir del pueblo. Que Roberto Cayol haya escrito “los paraísos del alcaloide, por olvidarla paladeé”, no quiere decir necesariamente que haya consumido alguna vez alguna sustancia. Pero tampoco lo niega…


     ¿Será cierto que los músicos de tango no tenían sus buenas noches de milonga (así, en itálica)? ¿O será, como reza el mito popular, de que “eran más locos que los rockeros, sólo que eran más vivos”?


     “Yo tengo 62 años y desde los 16 que voy a los bareca (cabarets) de Bahía Blanca y White, donde vivo, y droga no vi nunca. En realidad la droga institucional del tango es el alcohol, eso no lo cuestiona nadie. Pero la cocaína o incluso la marihuana son sustancias muy raras en el ambiente tanguero”, sostiene Conrado de Lucía.


FALOPA. Foto: archivo.
     El director de la revista Barcelona, y cantante del grupo de tango y folclore Falopa -además activista psicotrópico- Pablo Marchetti, coincide con esa observación pero la amplía: “Las drogas tangueras por excelencia son el alcohol y el tabaco. Pero claro que si querés perdurar en la noche, el alcohol sólo se sostiene con cocaína y ahí es donde entra la merca como parte imprescindible de la sagrada trinidad. Si no, a medianoche estás durmiendo, pero no creo que el tango sea merquero en sí porque busque el efecto de euforia propio de la cocaína, sino que es merquero para mantener la borrachera en el tiempo. Para perpetuar la melancolía del alcohol”.


     Los dos íconos más notables de esa entrañable mezcla de tanguero atorrante de barrio que se daba toquecitos para aguantar la noche y evitar la fisura fueron sin duda Roberto "Polaco" Goyeneche y Aníbal "Pichuco" Troilo, legendarios cantante y bandoneonista, respectivamente.


     Aníbal Arias, guitarrista emblemático de la época de oro del tango que acompañó a los dos artistas durante decenas de años, recuerda bien a sus amigos en esas noches de milonga: “Roberto Goyeneche y Aníbal Troilo fueron dotados de un gran talento musical, eran brillantes, pero se dedicaron a la joda. Vivían de noche, chupaban y se drogaban. Es una lástima porque podrían haber sido mucho más grandes de lo que fueron, desperdiciaron su talento. Por eso yo admiro tanto a Carlos Gardel, no tanto por la belleza de su canto sino porque tenía una disciplina admirable.”


     “Yo presencié muchas presentaciones en vivo del Polaco”, rememora de Lucía, por su lado. “Y la famosa anécdota del pañuelo es cierta: en las pausas durante su actuación, daba un paso atrás y sacaba del bolsillo lateral de su traje marrón un pañuelo, pero no lo usaba para enjugarse la transpiración que brillaba en su rostro bajo los focos, sino que desdoblaba el primer pliegue, se lo aplicaba a la nariz y aspiraba lenta y profundamente.


     Sin embargo, tanto él como Troilo eran considerados enfermos. Nadie decía: `Qué fenómeno el Polaco´, sino: `Pobrecito, está mal, tiene un problema´. Lo que sin dudas era festejado y fomentado era el consumo de alcohol, el tanguero de ley es un tipo muy aficionado a la bebida”.


     José Gobello también confirma que la noche tanguera tenía su pequeña pero real cuota de dureza: “Me tocó una noche, en un country de Pilar, participar de un acto donde siempre me invitaban a hablar de lunfardo, esa noche tocaba Baffa (Ernesto, bandoneonista). Antes de dar el concierto, yo estaba con él y me dice: “En un segundito vengo”. “Claro”, respondí yo. Pero tardó veinte minutos y vino muy raro… Claramente había ido a darse un toque, pero aún así tocó muy bien, no hizo ningún papelón”.


     El guitarrista de Troilo evoca otro tanguero perdido en el vicio blanco: “Otro que fue un talento perdido fue el cantante y bandoneonista Luis Stazo. Yo lo conocí cuando tocaba con el Cuarteto Portier, estábamos en Teodolina –el pueblo donde vivían las hermanas Legrand- y nos comentaron sobre un cantante excelente que además tocaba el bandoneón en plena calle. Finalmente, el representante lo trajo y realmente era excepcional, en ese momento creí que él salvaría al tango. Después le perdí el rastro y me enteré que se había degenerado totalmente, consumía drogas… Aunque no creo en Dios, pareciera que le da pan al que no tiene dientes”.




                        Cancionero milonguero popular


     “Hoy sos una de tantas / que por la vida rueda / tus risas y tus sedas /cual piedras falsas van / desparramando audaces / un brillo que fascina / en noches de morfina / de pócker y champán”. ("Lo que fuiste")


      “Te declaraste milonga fina / cuando anduviste con aquel gil / que te engrupía con cocaína / y te llevaba al Armenonville”. ("Milonga fina")


     “La milonga te apresó / y ya tu vida está marchita. / Pobre flor ya está muy lejos / el recuerdo de tus viejos, / tu candor se disipó / y hoy te entregás a la cocó. ("La provinciana")


     “También rodaste perdida y sin consuelo / y en tus ojos el llanto se posó / y solo hallaste alivio en un pañuelo / al que impregnabas de éter y cocó. ("Pa´ que te acordés")



ULTRATANGO, tango electrónico


                       “Marihuana, buen vino y chicas”
ULTRATANGO en escena. Foto: Daniel Jaworsky.


     Leo Satragno, director de la banda y Braulio D’Aguirre, baterista en vivo de Ultratango, explican cómo es ser un malevo 2.0




-¿Cuáles son las diferencias y las similitudes en cuanto al estilo de vida entre un malevo de los años '20 y un tango-raver en la actualidad?


-Leo: "Para poder ser un malevo en los '20 y no perder la vida había que estar muy frescos de la cabeza. Ni mucho alcohol ni nada. Hoy no, la vida se sabe que es complicada y todos queremos escapar de los desastres cotidianos... aunque sea un rato. Hoy estamos mucho más reventados. ¡Jaja!"
-Braulio: "En ambas épocas hubo reventados, pero en los años '20 no se notaba, tal vez porque había más hipocresía."


-¿Cuáles son las drogas más frecuentes entre los adeptos al tango electrónico? (Teniendo en cuenta que en el reggae está la marihuana; en la electrónica las sintéticas; en el rock de los '60 el LSD).
-L: "¡Todo eso! En nuestro caso hay público de todas las edades y tendencias. Esa mezcla es muy interesante. Viene el papá con el abuelo y su hijo. Seguro que cada unos tiene sus formas de entretenerse."
-B: "Las drogas más frecuentes entre los adeptos al tango electrónico son: marihuana, buen vino y chicas. ¡Prendé uno y brindá!"


-¿Consumen drogas en ULTRATANGO?, ¿cuál es su preferida?
-L: "Somos bastante limpios. No se puede tocar Piazzolla y estar en las nubes de Úbeda. Pero cuando terminamos nos podemos distender. No voy a caretear, tengo 44 años y he probado muchas cosas. Tengo una sola conclusión: Hay que cuidar las neuronas. A todas las drogas hay que respetarlas y no pasar ese límite."
-B: "¿Mi preferida?, la botella."
-¿Se consideran tangueros?
-L: "Sí. Pero con la actualización que le hacemos al tango. Somos hijos de la computadora, las tarjetas de crédito y los celulares. También de Gardel. Piazzolla y los demás. Mezclamos todo eso y salimos nosotros: Ultratango."
-B: "Yo me considero un tanguero de la actualidad, caballero y elegante. Reivindicamos el tango con nuestro estilo, sin faltar el respeto, marcando la diferencia. Hacemos el mismo tango de partitura, respetando cada acorde."


Más info: ULTRATANGO
  Bibliografía: